Desde hace unos días, los termómetros han bajado por la noche hasta temperaturas de varios grados bajo cero. Entonces, el agua de los charcos se ha helado formando millones de pequeños espejos que crujen bajo los pies al ser pisados en una agradable sensación que trae a la memoria lejanos y emotivos recuerdos de nuestra infancia. Es el hielo de entonces, el de ahora y el de siempre. El invierno que vivimos, y que, ahora, nos habla.
La memoria de los charcos helados
Miguel García Marbán