El historiador astorgano Arsenio García, un experto en la batalla del Moclín, me pasa amablemente este testimonio de una vivienda riosecana, que en los años 50 aún conservaba restos de la metralla disparada por los cañones franceses, incrustada en su fachada. Este histórico edificio se encontraba ubicado en la Calle San Buenaventura, fue derribada a principios de los años 70 y sustituida por el bloque de viviendas que existe en esa misma calle. Exactamente se encontraba donde hoy podemos ver la panadería ‘La Flor de Castilla’.
En 1652 (y hasta los años 60) esta calle se llamaba Cárcel Vieja y el callejón sin salida que hacía esquina tenía el nombre de Callejón de Los Sobrinos. Esta vivienda era precisamente de esta misma época , siglo XVII, típica construcción castellana de entramado de madera y adobe, y un testigo fiel de aquella batalla, de los desastres causados por las tropas francesas en nuestra ciudad y de tanta Historia ocurrida en 400 años.
En 1952, año en el que se realizó la foto, no solamente estaba en pie, sino habitada. Desgraciadamente los años 70 trajeron a Medina de Rioseco una modernidad mal entendida, en la que las construcciones tradicionales de entramado de madera (que tanto respeto y cuidado reciben en países como Francia, Alemania o Gran Bretaña) aquí se vieron, no como algo antiguo digno de conservación, sino como viejo e inservible, sin parangón con el hormigón armado, el pvc y el aluminio. Esa modernidad mal entendida, esa obsesión por el abandono de estos inmuebles, su derribo y su sustitución por antiestéticos bloques de viviendas, sigue hoy por desgracia anclada en nuestra ciudad y con más furor si cabe. Y lo peor de este erróneo planteamiento, es que con ello no sólo se está privando a la ciudad poco a poco de su historia, sino también a sus habitantes del beneficio de la explotación turística de la misma.