“Lo más importante que uno puede ser en esta vida es nada”. Con esta lapidaria frase el artista riosecano Fernando Fuentes explicaba cómo ha sido su filosofía de vida y también en su faceta creadora. A Fuentes no le importa “exponer, publicar, aparentar, figurar salir”. “Mis conocidos, mis amigos, mis seres queridos, la gente que me importa sabe lo que hago, con eso basta”.
Fernando Fuentes fue el protagonista de la última de las sesiones de Tardes con Arte, organizadas por la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento, que han cumplido su séptima edición. Fuentes, que ha dedicado su vida a la arquitectura, la fotografía y la creación, mantuvo una sincera conversación con Miguel García Marbán, técnico municipal y director del Museo de San Francisco.
Durante algo más de una hora abordaron la faceta profesional y artística del riosecano, especialmente centrada en la fotografía. “Fotografío desde que tengo uso de razón. Siempre llevo conmigo una cámara por si aparece la foto, lo que significa que no siempre tenga que llegar a casa con el carrete o la tarjeta de memoria llenos”. Orientó su vida a la arquitectura porque “uno no elige lo que hace”. “También me hubiera gustado estudiar Bellas Artes, Psicología e incluso Vulcanología”.
La fotografía siempre ha estado muy presente en su vida. “Es en la faceta en la que más me desnudo como creador”. Recordó aquellos años especiales en el desaparecido y recordado Café España de la vallisoletana Fuente Dorada, que no solo rehabilitó, sino donde pudo fotografiar a los grandes de la música, especialmente del jazz, el soul o el flamenco.
El pasado año abordó su primera exposición. Fue en el Teatro Zorrilla y alguien la bautizó como “la primera exposición líquida”. Era una retrospectiva de sus últimos años y bajo el sugerente título de Todo empieza caminando en silencio, invitaba al espectador a recorrer en silencio la muestra fotográfica (siempre en blanco y negro) y apoyada por textos y poemas, “porque los mejores fotógrafos son siempre los poetas”. Asimismo, y sorprendentemente, obsequiaba al visitante con una de las obras expuestas.
“Cada espectador podía llevarse una fotografía como recuerdo, aquella que más le sugiriese”. En consecuencia la exposición iba cambiando. El autor decidía si en el hueco dejado por el visitante ponía la misma fotografía, otra imagen e incluso una poesía, de ahí su “liquidez”. La repercusión fue total. Triunfó su idea de que “trabajando la generosidad se puede comenzar a cambiar el mundo”.
Durante su conversación con García Marbán, Fuentes fue dejando el poso de su forma de vida, incluso de su pensamiento filosófico. Hizo un alegato de la amistad. “La amistad es sagrada. Facebook no es un lugar para amistades sagradas”, ironizó, al tiempo de asegurar que lo importante es no tener más amigos de “los que uno pueda cuidar como se merecen”.
Fernando Fuentes mostró su atracción por las arquitecturas efímeras. Desde el diseño de un expositor de una feria, hasta la escenografía teatral. “La grandeza de la arquitectura efímera solo dura un poco, no es una imposición definitiva sobre un lugar, luego solo permanecerá en la memoria”. Fuentes habló de la importancia del reciclaje en estas obras y mostró su predilección por su trabajo como creador de escenografías teatrales, desde que hace años comenzara a trabajar con Azar Teatro.
Habló de sus actuales trabajos, centrados en la exposición Mi exclusivo nombre de poeta (José Zorrilla, 1817-1893), en el Archivo Municipal de Valladolid y que se prolongará hasta abril de 2018, como consecuencia de la celebración del Bicentenario de Zorrilla. Durante su conversación, el riosecano mostró su fascinación por el mundo que rodea a las nubes y desgranó su propuesta, junto al músico Germán Díaz, del Congreso Internacional de Observadores de Nuebes, que ha cumplido su tercera edición y ha reunido a catedráticos, músicos, poetas, etógrafos, artistas o fotógrafos, entre otras disciplinas.
Por último, el alcalde de Medina de Rioseco, David Esteban, puso punto y final a la séptima edición de ciclo de Tardes de Arte entregando un obsequio al conferenciante. Se trata de una escultura del también riosecano Ángel Martín, que recoge todas las disciplinas del arte y que ha sido bautizada como el ‘Goya riosecano’