Las calles de Medina de Rioseco (cuarta parte)


Teresa Casquete Rodríguez. Historiadora del Arte

Si continuamos nuestro paseo saliendo de la Plaza Mayor, en dirección al Arco de Ajújar, nos encontramos en primer lugar con la calle San Buenventura. Como decíamos en el artículo anterior, la primera mitad de esta calle formaba parte de la Plazuela de Santa Ana, mientras que el resto, era llamada Cárcel Vieja, porque en ella estaba situada la cárcel municipal que ocupaba parte de la casa destinada a ayuntamiento.

Al salir de ésta existían dos callejones sin salida, uno de ellos aún se conserva junto a un bloque de pisos moderno, es el Corral de los Sobrinos. Era conocido por este nombre en 1652, por ser la parte trasera de las casas de una familia con este apellido. Frente a él, estaba el Corral de Poviso, que hoy está abierto y desemboca en la Ronda que lleva al barrio de Ajújar. Hasta bien entrado el siglo XX, en estos corrales sólamente vivían personas de escasos recursos, de hecho en el padrón de 1652 se dice que en éste último vivían diez mujeres pobres de solemnidad.

Le sigue la calle Antonio Martínez, que lleva el nombre de un alcalde riosecano del siglo XIX y que vino a sustituir en parte al de Cárcel Vieja y al de Calle de La Sal, en su último tramo. En esta zona se situaba el estanco de la sal, producto importantísimo en siglos pasados, puesto que la salazón era el único sistema de conservación de alimentos a largo plazo. Esta calle conserva aún el encanto de los antiguos edificios de otros siglos, que se han hecho desaparecer en el resto del casco urbano. La mayoría de las viviendas son del siglo XVII y están construidas en el caracaterístico estilo centroeuropeo de entramado de madera, aunque existen aún en el lado izquierdo, dos ventanas  con marcos de piedra y orejetas barrocas, adornadas con dos cruces talladas. Algunas vuelan los pisos superiores sobre canecillos mudéjares y ofrecen una imagen de estrechez y encanto que le convierten en un marco perfecto para las procesiones de Semana Santa.

El camino desemboca en el Arco de Ajújar, la entrada más antigua de la ciudad. Hasta que en los años 70 se derribaron las viviendas del entorno y se sustituyeron por unos modernos edificios con soportales de hormigón, la imagen que ofrecía el lugar era realmente espectacular. Con los soportales centenarios de pies derechos de madera, y la sacristía de la capilla del arco, en forma de pasadizo. Las dos fotografías que acompañan este artículo dejan constancia de su existencia.

Continuará…

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