De Filipinas a Rioseco para sacar La Escalera

Jorge Martín Valencia sacará este Viernes Santo El Descendimiento por segunda vez
Ha tenido que recorrer 11.000 km. en treinta horas de viaje para cumplir el rito

J.A.G.

Más de 11.000 kilómetros y treinta horas de vuelo separan Manila, la capital de Filipinas, y Medina de Rioseco. Es la distancia que ha tenido que recorrer el joven ingeniero Jorge Martín Valencia para cumplir un sueño: sacar el paso del Descendimiento más conocido como La Escalera. En los últimos años, por cuestiones laborales, no ha podido asistir a la Semana Santa del pueblo natal de su padre. La última vez fue en 2013, cuando el honor de sacar el pasó recayó en su hermano Raúl, que vive en Estados Unidos.

Desde entonces ha contado los años, los meses y casi los días para que llegase el esperado Viernes Santo de 2017 donde sacará un contrapalo de La Escalera. “Es un orgullo y una emoción difícil de explicar”. Ha tenido que pedir quince días de vacaciones para poder estar el Domingo de Ramos, donde Jorge debía aceptar el cargo junto a otros 19 hermanos del Descendimiento. “Este año no pude venir en Navidad. Tenía que elegir entre esas fechas o Semana Santa y yo lo tenía bien claro”, explica con una amplia sonrisa, al tiempo de desvelar que ha llegado una semana antes, para evitar que el jetlag le pudiera afectar en la procesión.

 

Ingeniero de desarrollo de una conocida empresa de Energías Renovables, Jorge Martín pasó tres años en China, donde aún entendía mucho menos su pasión por la Semana Santa. “En Manila, llevo desde 2015. Allí son católicos y entienden mucho mejor nuestras tradiciones. De hecho, el pasado Viernes Santo estuve en un pueblo al norte de la capital donde crucifican a tres personas; para ellos es un auténtico orgullo”.

Ha contado a sus compañeros de trabajo que este año TVE, a través de su Canal Internacional, retransmitirá la procesión del Viernes Santo y han prometido que se conectarán para ver la procesión. “Me dicen que si somos autoridades para que televisión retransmita para todo el mundo nuestra procesión”, explica entre risas este cofrade de La Escalera, quien se apuntó a la hermandad a los 14 años. No obstante, cuando apenas tenía un año y medio ya desfiló por primera vez. “Mi abuela me hizo una túnica en miniatura, que ha pasado ya por todos mis primos. Espero que algún día la puedan usar mis hijos”.

No es la primera vez que Jorge sacará el paso. Ya lo hizo, por nuevo (un privilegio que les ofrecen a los jóvenes que cumplen 20 años), en el año 2010. Dice que este año, cuando entre en la Capilla de los Pasos Grandes se acordará de su tía, que falleció hace algunos meses. “Ella siempre estaba en primera fila viendo sacar los pasos, llevaré su pañuelo”, dice con profunda emoción.

“A pesar de que algunos años no he podido venir a la procesión, siempre he visto en directo la salida de La Escalera, bien por Skype o Facetime. Siempre algún familiar se ha acordado de mí y con su móvil ha podido contactar conmigo. Es complicado ver a 11.000 kilómetros y de madrugada cómo sale La Escalera. Es una mezcla de emoción y tristeza. Te falta algo. Sientes que tienes que estar allí”, asegura.

El Domingo de Resurrección, aún dolorido por el tremendo esfuerzo que supone cargar con este titánico conjunto, Jorge Martín tendrá que regresar a Manila. Otras 30 horas de viaje. Le quedará el consuelo de que cumplió con el rito y de que, en apenas, un mes se trasladará vivir a Francia. Entonces estará mucho más cerca de Rioseco y de su Escalera del alma.

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