Era una apuesta fuerte con un doble festejo. Y a pesar de la climatología, que no acompañó, el II Toro del Carnaval volvió a reunir a cientos de personas; unas tres mil según la organización. El día amaneció lluvioso, con viento, en definitiva muy desapacible. Pero los espectáculos taurinos populares están viviendo su edad de oro y cientos de visitantes no faltaron a la cita organizada por el Ayuntamiento de Rioseco, la Asociación Taurina Riosecana, que contó con la colaboración de una treintena de bares, restaurantes y otros negocios de la localidad.
Al filo del mediodía, decenas de niños participaban en el primer encierro infantil programado. Algunos de estos pequeños son auténticos expertos en quebrar, cortar y correr a los toros de la Asociación Taurina Riosecana. Minutos después saltaba el primer novillo, Pitillano, de la ganadería de Mariano Barquilla, que dio buen juego y resultó muy noblón, especialmente en la muleta de algunos mozos.
Una vaca, de Miranda de Pericalvo, completaba la primera suelta de la mañana, que se saldó sin incidentes, más que el susto que protagonizaron una pareja de ancianos que se colaron en el recorrido cuando venían de la compra. Afortunadamente no hubo que lamentar ningún daño persona, y los mozos lograron disipar el peligro.
La tarde comenzó con lluvia. A pesar de ello, de nuevo, los más pequeños demostraron su habilidad delante de los astados con ruedas. El agua no impidió la diversión y ajustadas carreras. El agaucero fue cesando y aunque la amenaza siguió toda la tarde, más de tres mil personas abarrotaran en l recorrido en la calle Ruedo, plaza del Carmen y avenida Quinto Centenario, que estrenaban vallado.
Alcahueto, de la ganadería salmantina de Miranda de Pericalvo, saltaba a las calles riosecanos en medio de una multitud. De nuevo, un susto, un participante se llevaba un varetazo y en su intento por evitar que el percance fuera a mayores, el director de lidia, César Manrique, también recibió un fuerte golpe. El festejo lo cerró una vaca, también de Miranda de Pericalvo, que ponía el punto y final a una jornada puramente taurina en Medina de Rioseco, que se saldó con un éxito de participación y dejó contentos a muchos empresarios hosteleros, especialmente de la zona del Carmen.