Su pasión es la naturaleza, su objetivo la lucha contra el fuego. Alberto Gil García es riosecano y desde hace diez años trabaja como bombero forestal. Su destino es ahora la base de Cueto en Ponferrada. Son los primeros que llegan al incendio y los últimos que se van. Desde esta base helitransportada controlan las comarcas del Bierzo, Bavia y Laciana; un terreno amplio, escarpado y apetecible para las llamas.
Cuenta que desde niño siempre se sintió muy atraído por la naturaleza y eligió este trabajo para poner su granito de arena en la salvaguarda del medio ambiente. Cree que es un deber el legar a las generaciones futuras el patrimonio natural que hemos heredado de nuestros antepasados.
De ahí que insista en la importancia de la concienciación de la ciudadanía “porque el 99 por ciento de los fuegos son provocados”. Reconoce que en la zona en la que opera, muy cercana a Galicia “hay un gran culto al fuego, para limpiar los castaños, por ejemplo; la gente maneja el fuego a diario y a menudo hay accidentes”, relata.
Dice que la campaña de este 2015 está siendo “devastadora” y no ha conocido una temporada peor en los diez años que lleva trabajando como peón especialista, que así es como se llama técnicamente su empleo. Recuerda la virulencia del incendio hace unos meses en la sierra de los Ancares, en Balovta, muy cerca de la provincia de Lugo. “Estuvimos una semana; es una zona con raíces muy profundas, donde el fuego incluso pasa por debajo del suelo fueron unas condiciones extremas, con temperaturas muy elevadas y una orografía complicada”, relata.
En frente de llama llegan a aguantar temperaturas de hasta 70 grados. Precisamente esos son los momentos más duros del trabajo, además del cansancio acumulado por las horas y, a veces, los días de trabajo continuado luchando contra las llamas. Un sentimiento que se torna contrario cuando se consigue “controlar el fuego y todos los compañeros están sanos y salvos”.
Echa de menos su tierra, Rioseco, a la gente y a sus amigos. Sus complicados horarios de trabajo le impiden regresar a su pueblo más de lo que le gustaría. Cuando lo hace no le deja de sorprender el paisaje tan antagónico de Tierra de Campos con su tierra de adopción, el Bierzo. “Aquí los incendios son menores y mucho más fáciles de controlar”, dice con una sonrisa.
Luchan por convertirse en bomberos forestales
Los peones especializados en la extinción de incendio y las Brigadas de Refuerzo en Incendios Forestales (BRIF) luchan por mejorar sus condiciones y que se los equipare a la categoría de bombero forestal. Los primeros dependen de la Junta de Castilla y León que a su vez subcontrata a empresas privadas, mientras que las BRIF dependen directamente del ministerio. En los últimos meses se han llevado a cabo una serie de medidas reivindicativas en los que piden una mejora de sueldos, horarios y condiciones laborales acorde al trabajo que desempeñan.