El Ministerio de Educación y Ciencia en 1976 reconoció el día 30 de enero como el Día Escolar de la No-violencia y la Paz (DENIP). Surge como iniciativa del maestro mallorquín Llorenç Vidal, seguidor de Gandhi y autor de diversos libros y artículos sobre Educación para la Paz. El objetivo de Llorenç Vidal es la educación en y para la tolerancia, la solidaridad, la concordia, el respeto a los Derechos Humanos, la no-violencia y la paz. Además, el día 30 de enero se conmemora la muerte de Mahatma Gandhi, líder nacional y espiritual de la India.
Algunas frases que Gandhi nos dejó son:
«No hay camino para la paz, la paz es el camino.»
«Lo que se obtiene con violencia, solamente se puede mantener con violencia.»
«La violencia es el miedo a los ideales de los demás.»
“Ojo por ojo y todo el mundo acabará ciego”.
“Si quieres cambiar al mundo, cámbiate a ti mismo”.
Muchos maestros/as creemos necesario trabajar día a día conceptos, actitudes y procedimientos relativos a la educación en valores y la inteligencia emocional, pero eso no impide que sintamos la necesidad de que existan fechas concretas, como el 30 de enero, que nos recuerden que todavía hay situaciones sociales complejas y que desde los centros educativos podemos sembrar nuestro granito de arena (“enseñar a ser personas” y “enseñar a convivir”).
Esta celebración es, por tanto, una oportunidad más para que los colegios se conviertan en instrumentos de entendimiento y de paz. No nos podemos olvidar que la escuela “educa para la vida” y busca desarrollar en los alumnos las capacidades y competencias necesarias para una participación social activa.
La paloma: símbolo de la paz
La Paz interpretada por una paloma blanca portando un ramo de olivo en su pico tiene un origen milenario y está fuertemente ligada a la cultura judeo-cristiana. Tenemos que remitirnos al antiguo testamento donde se cuenta la historia del diluvio universal. Una vez finalizado el diluvio, Noe envió una paloma para confirmar que había tierras sin inundar. Se narra que pasado algún tiempo la paloma regresó con una ramita de olivo en el pico, simbolizando que la paz había vuelto a la tierra y que Dios estaba en paz con los hombres. Desde entonces, la paloma es el símbolo por excelencia de la paz.