1908, el centenario de la Batalla del Moclín


Teresa Casquete Rodríguez. Historiadora del Arte

Lasalle en espera de las órdenes del Mariscal Bessières durante la batalla en Medina de Rioseco, lámina de A. Telenic
Lasalle en espera de las órdenes del Mariscal Bessières durante la batalla en Medina de Rioseco, lámina de A. Telenic

El 14 de julio de hace 103 años, Medina de Rioseco conmemoró el centenario de la batalla contra las tropas napoleónicas ocurrida en el cerro vecino de El Moclín. Y lo hizo por todo lo alto, con un extenso programa que incluyó la inauguración del monumento en la Plaza Mayor, una misa de campaña en el alto de Valdecuevas, otra misa funeral en Santa María con elevación de túmulo monumental en el pasillo central, un acto cultural en el Teatro Principal, una «corrida patriótica» en la Plaza de Toros y una procesión cívica, que recorrió la Rúa.

Fueron numerosos los periódicos y las revistas de entonces que recogieron y alabaron esta celebración. El magazine Nuevo Mundo mostraba a través de dos fotografías, el monumento de Aurelio Carretero y el desfile de las autoridades por la Calle Mayor. A la izquierda de la fotografía de hoy vemos este último, con la comitiva llegando al atrio de Santa Cruz. En primer plano aparece un pendón bordado de alguna cofradía, de las muchas que acompañaron con sus insignias el desfile, seguido de los párrocos y el arcipreste revestidos con las capas pluviales. Tras ellos el alcalde, concejales, autoridades provinciales, militares y representantes de la Universidad de Valladolid, cuyos profesores de Historia y Derecho, apoyaron decididamente la celebración. Con ellos y en el centro, como invitado especial, Luis María Tellez-Girón,duque de Osuna y de Medina de Rioseco, en representación del rey Alfonso XIII, que envió un telegrama excusando su presencia. Los balcones adornados como si se trataran de la procesión del Corpus y numeroso público abarrotando los soportales para contemplar el histórico evento. A la izquierda de la imagen, una carreta detiene su paso en la embocadura de la Calle Campanario para ver el desfile y unas mujeres adornadas con sombreros a la moda, lo observan desde el atrio donde falta la barandilla de hierro.

Los riosecanos habían iniciado esta conmemoración anual pocos años después de terminar la Guerra de la Independencia, para recordar a los dos riosecanos fallecidos en el combate de Cabezón, así como a todos los soldados y civiles, muertos y heridos durante la Batalla de Rioseco, que aunque fueron derrotados, lucharon valiente y heroicamente. Al acto religioso en Santa María, seguía una especie de romería hasta la finca situada en Valdecuevas, en la puerta de cuya capilla se celebraba una misa de campaña a las 7 de la mañana, hora de comienzo de la famosa batalla. Con los años, aquel homenaje institucional se acabó convirtiendo en un día de merienda campestre y eran cientos los riosecanos que acudían al mismo con cargados con cestas de mimbre, manteles y meriendas, dispuestos a pasar un día de campo.

A principios de los años 30 del siglo XX, esta curiosa tradición acabó por desaparecer, como también lo han hecho, aunque recientemente, las cuatro piedras talladas en las que se colocaban los cirios para la misa de campaña.

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